Ejercicio de retrospectiva
Quiero imaginar cómo pudo ser la estancia en el vientre de mi madre cuando me encontraba en la “ante sala de esta vida hasta la llegada a este mundo”.
Pudiera ser que desde el momento en que fui engendrado, mi madre comenzó a “construir” por medio de los mecanismos divinos colocando, durante nueve meses cada parte de mi cuerpo, mediante el protocolo “previsto” como una máquina.
En esa etapa nada me preocupaba, nunca sentí hambre, ni frío, todo era cálido en todos sentidos, hasta que llegó el momento en que me ordenaron “caminar” por un sendero desconocido y en determinado momento percibí un ambiente extraño, como si en mi entorno hablaran al mismo tiempo muchas personas, pero como me rodeaba una oscuridad determinada, nada podía ver.
La temperatura comenzó a presentar variantes: primero calor y luego mucho frío, al mismo tiempo se escuchaban sonidos totalmente desconocidos y quienes estaban cerca pronunciaban sonidos que ahora describo como palabras, pero nada comprensible, hasta que alguien me tomó en sus brazos y al acercarme a su cuerpo de manera agradable logró quitarme un malestar que me atacó casi de inmediato y al poco tiempo me separó de su cuerpo y mágicamente el malestar en la mitad de mi cuerpo ya no apareció y creo que en ese momento vuelvo a percibir oscuridad y no recuerdo más.