Vida y muerte son efectos naturales y nada tienen que ver con el Alma. En el escrito bíblico se declara: “Dios creó al hombre del barro de la tierra, le sopló en la nariz el aliento de vida y él vivió”.
La interpretación que nos entregan los estudiosos, cuando ingresamos a este mundo dicen: por medio del aire nos entregan una alma personalidad que nos corresponde, y a partir de ese instante ya no dependeremos del vientre materno. Ahora debemos cumplir con el escrito: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” Pronto comprendemos que nuestro cuerpo está fabricado con todo lo necesario para cubrir todas nuestras necesidades; esto es lo que nos hace diferentes al resto de las especies. Una máxima antigua dice: “Para vivir aislado en el campo, solo se necesita de la ayuda de un caballo, un perro y un gallo; el caballo nos ayuda en las tareas que requieren fuerza mayor a la nuestra, un perro nos avisa con el sonido que emite de cualquier peligro, y el gallo “cantará cuando es la hora de sembrar la semilla para producir nuestros alimentos”.
Todo en este universo está perfectamente equilibrado, permitiendo así la preservación de la vida en todas sus manifestaciones; cuando se enciende la “chispa” a la llegada a este mundo aplicamos los conocimientos transmitidos que, nos tiene reservados nuestra alma personalidad para todo el tiempo, de manera concatenada con el aprendizaje cotidiano personalizado y paulatinamente en la congregación social asignada para toda la vida.
Pareciera que la historia de vida estaba escrita de antemano y solo debemos descubrir a cada momento lo que se debe hacer y lo que no, por medio de las facultades recibidas en el paquete de tareas entregado al momento de nacer.
Pero, qué pasa con la muerte, creo le tenemos “miedo” por el desconocimiento de ese fenómeno, causado por la información externa que recibimos; trataré de explicar este asunto con un ejemplo escuchado hace más de cuarenta años lo cual, espero se comprenda para desechar todo fanatismo sobre la muerte.
Imaginemos presenciar un accidente automovilístico en el que aparecen dos cuerpos similares; uno de ellos parece estar dormido y su apariencia denota aspectos de dolor abiertamente pero no se mueve. A su lado aparece un personaje similar, ambos vestidos igual, parecieran uniformados de acuerdo a su trabajo y como de momento no sabemos nada de primeros auxilios, optamos por utilizar un alambre semirrígido y aplicamos una pequeña presión al que se queja y luego hacemos la misma operación con el otro y éste abre los ojos de inmediato y hasta se levanta por sus propios medios.
Si en ese momento contáramos con un microscopio muy fino, extraeríamos una gota de sangre a cada uno de ellos y el microscopio mostraría una gran diferencia; la gota de sangre del accidentado inmóvil no mostraría nada, en cambio la gota de sangre del que solo está inconsciente mostraría un movimiento vibratorio lo cual demostraría que se encuentra vivo, capaz de levantarse sin ayuda alguna.
Entendemos que la gota de sangre de ambos resulta totalmente diferente, el que se encuentra muerto nada muestra el microscopio, en cambio el otro se mantiene vibrando, de esto deduciríamos que la vibración de las moléculas del paciente “vivo”, en efecto sigue con vida, mostrando la diferencia de quien pierde la vida cuyas partículas de sangre se mantienen sin movimiento.
Esa es la diferencia entre la vida y la muerte, mientras vibren las células sanguíneas se dice que esa persona conserva la fuerza vital de vida.
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