Archivos Mensuales: marzo 2020

Masonería

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Después de los últimos acontecimientos en la fábrica de cerveza, debo reconocer que el entusiasmo en esa actividad decayó considerablemente, aunque el cumplimiento en mis tareas seguía vigente, cada día tomaba precauciones extremas, de tal suerte que poco a poco disminuyó el interés por seguir avanzando en esa actividad, no recuerdo cuantos meses transcurrieron cuando de manera casual, o causal quizás, abordé un transporte público en el centro de la ciudad de México que, mostraba una cartulina anunciando una escuela de producción dirección de programas de Radio y Televisión, intempestivamente recordé que, unos cuatro años antes se inició un programa de televisión en el canal 4, transmitido a las 11 de la mañana desde un “estudio” ubicado en el edificio de la Lotería Nacional en la zona centro de la ciudad con el nombre de “Club del Hogar” con la presencia de dos grandes locutores de Radio: Pedro Ferriz Santa Cruz y Daniel Pérez Arcaraz; me di cuenta al observar el programa que mostraban el movimiento de trabajo en el interior del “estudio de televisión” exponiendo también al personal que trabajaba en esa transmisión y “mágicamente” en mi mente se gestó la idea de trabajar en ese lugar, sin pensar en la posible dificultad para lograrlo.

La mecánica del programa era básicamente  transmitir anuncios comerciales, pero los diálogos de ambos locutores eran fabulosos porque, mostraban un humorismo muy fino, muy especial, porque calculaban que la difusión de dicho programa estaba dirigido a Señoras de la casa que ya habían cumplido con sus habituales tareas matutinas, debo señalar que en esos tiempos la radiodifusión aplicaba un cuidado minucioso del buen decir y por ningún motivo utilizar palabras que atentaran contra las buenas costumbres.

Cuando el transporte en el que viajaba se detuvo un instante, descendí rápidamente y me dirigí a la dirección de la escuela que ostentaba el cartel, cuando descubro dicha escuela ingreso a las oficinas, pido informes y el costo: $250.00 de inscripción y $250.00 mensuales durante los próximos dos años, de inmediato realicé el pago correspondiente y me indican que las clases se iniciarán ese mismo día a las 7 de la noche, sin más que decir, en ese momento mi estado de ánimo superó 10 veces al de la mañana.

El resto del día fue maravilloso, pues se abría un futuro en cierto modo desconocido pero un tanto halagador, similar al experimentado cuando decidí pedir trabajo en la fábrica de cerveza, internamente me sentía importante porque al parecer, la nube negra con lo ocurrido en el percance de los cuartos fríos en la cervecería, pareciera que estaban a punto de desaparecer y el sol brillaría nuevamente en mi horizonte, por la tarde al regresar a casa no comenté cosa alguna, le dije a mamá que dormiría un rato para reponer la desvelada del día anterior, nada se comentó al respecto, despierto a las 6 de la tarde y me preparo a dirigirme a la escuela y solo explico que debo llegar antes al trabajo.

Acudo a la escuela tal vez con media hora de anticipación y al punto de las 7 de la noche, el director y algunos maestros presiden la inauguración del curso cuya duración será de dos años y después de algunas recomendaciones entregan el aula al maestro que impartirá la materia de “Publicidad y mercadotecnia”, acto seguido se despiden las autoridades y solo se mantiene dicho maestro.

Los detalles siguientes pasaron como un suspiro y en realidad no los recuerdo, el cúmulo de emociones domina mi pensamiento, vivo consciente del ingreso a un mundo nuevo.

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Las trampas del destino

El ingreso a la fábrica de cerveza, abrió un abanico de posibilidades, la economía creció con relativa rapidez; al llegar a los 18 años, me dirigí a tramitar la cartilla militar que exigía la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos; en el sorteo obligatorio, resulté con el deber de presentarme los domingos a recibir la instrucción militar establecida muy cerca del domicilio, de tal manera que me pidieron en la fábrica la documentación correspondiente ya que obligatoriamente debían estar enterados, algunas veces podrían solicitar mi presencia en fechas determinadas además de los domingos y el cumplir con todos los requisitos de la fábrica, me condujeron a nuevas experiencias porque ya era importante en el departamento de elaboración, a Don Luis se le ofreció que debía sustituir al jefe de esa área del turno nocturno durante el tiempo que el responsable permaneciera incapacitado, eso complicaba las cosas, Don Luis pidió avisar a quien corresponda que, durante el tiempo de verano sería probable que no pudiera cumplir, por lo que solicitaba me ayudaran en caso necesario, presenté la petición al capitán de la compañía a la que pertenecía y por fortuna todo fue aceptado sin problema, así que ocupé un lugar de privilegio en la fábrica durante un tiempo por la noche, desde las 10 de la noche hasta las 6 de la mañana en que, entregaba el turno al mismo Don Luis Canals.

Las semanas y los meses caminaron sin problemas en el departamento, por las noches me entregaba totalmente al trabajo, pareciera haber anhelado esto desde niño, mis sueños poco a poco se realizaban sin ninguna dificultad, hasta que una de las madrugadas, a la altura de las 5 de la mañana, traté de permanecer un poco tiempo en la oficina pues ya las desveladas estaban minando la condición física, traté de descansar por unos momentos; encargué entonces a uno de los obreros de confianza para dormir por lo menos unos 15 minutos, pero casi al final de esos 15 minutos me despiertan porque uno de los “tanques de reposo” disparó uno de los dispositivo de presión de aire y comenzó a disparar grandes cantidades de cerveza por la parte superior donde se encontraba la válvula, el pasillo de esa sala de reposo produjo una manta de espuma de cerveza, casi de un metro de altura, era muy difícil de controlar, con unos minutos de reflexión logre controlar la espuma con la ayuda de los trabajadores pero ya se había perdido más del 50% de la cerveza de ese tanque de reposo, finalmente se pudo controlar todo unos minutos antes de las 6 de la mañana, en ese instante llegó Don Luis, y la verdad es que eso me lastimó bastante y cuando esperaba el regaño natural, solo se aceró a mí y en voz baja me dijo: “¿Sabes quién lo provocó?” Desde luego, le contesté afirmativamente, ¡Cuando terminen de limpiar te espero en la oficina! A partir de ese momento mi personal dio muestras de rechazo, otros, verdaderamente me apoyaron, cuando ya casi se controlaba el problema, me encaminé a la oficina y Don Luis con actitud tranquila me dijo: regresa a tu lugar, convoca a todo tu personal y delante de ellos correrás al causante de este problema pero con todas las malas palabras que puedas y si es preciso con “mentadas” y de inmediato, avisa al personal de vigilancia para que, jamás lo dejen entrar a la empresa; si no lo haces como lo ordeno, te corro a ti en este instante, pero manifiéstalo con energía, para que todos lo escuchen y vean, que sabes aplicar disciplina, es todo.

Con gritos reuní a todo el personal con la amenaza de que si no obedecían de inmediato, todos serían despedidos y rápido me dirigí al causante del daño, comencé mi discurso. Bastante “lépero”, y con las palabras escogidas, sin permitirle hablar para disculparse, el culpable me amenazó con la promesa de que en la calle nada le podía hacer y que con algunos compañeros tomarían las medidas pertinentes para obligarme a renunciar por mal amigo.

Con cierto temor transcurrieron los siguientes días, aunque me comportaba muy firme, debo reconocer que a partir de entonces, mi entusiasmo disminuyo paulatinamente, el asunto de la muerte es algo respetable, quizás, por temor o por desconocimiento.

Me hubiera gustado ingresar a la masonería cuando joven, el asunto de la muerte es un tema fundamental en uno de los grados, lo mismo que la vida, ambos temas ocupan una buena cantidad de literatura masónica.

Inicialmente nos encargamos de la vida desde su concepción, desde el momento en que los espermatozoides inician la carrera para llegar al ovulo, es una lucha, hasta parece interminable, la competencia de los espermatozoides por llegar resulta quizás agresiva, y según algunos especialistas, la carrera implica ambos géneros, al parecer no hay manera de distinguir un masculino de un femenino, ambos luchan por llegar al ovulo pero se supone que solo uno de ellos va a lograrlo, convirtiéndose en el ganador natural y los demás habrán de esperar otra oportunidad o mueren en el intento, aunque los especialistas dicen que, una gran cantidad de espermas se comportan como soldados, su trabajo es evitar que se integren espermatozoides no solventes; a partir de ese momento de alguna manera se le asigna a ese ovulo un “responsable” de esa vida que está a punto de crearse, coloquialmente podemos hacer una comparación con la fábrica de autos, donde un ingeniero en jefe se encargará de vigilar que cada pieza de los carros se coloque en el lugar exacto, así, el ingeniero en jefe del ovulo que recibió la nueva vida se encargará que cada pieza de ese nuevo ser, ocupe el lugar que le corresponde y  durante nueve meses la futura mamá solo se dedicará adecuadamente a una vida tranquila, para que una vez terminado el trabajo de embarazo, pueda entregar un nuevo ser, con toda la programación necesaria para que su vida transcurra normalmente, y en su momento sea capaz de descubrir todas las facultades que el ingeniero en jefe escogió para ese nuevo ser, al término de la gestación, el nuevo ser comienza a valerse por sí mismo porque, al recibir la primera bocanada de aire, inicia el trabajo su alma personalidad, ahora se mueve con su propia fuerza, mamá ha terminado su obra y su destino es amamantarlo voluntariamente, preparándolo para que sea capaz de moverse en cuerpo y alma, poniendo a funcionar las facultades descubiertas paso a paso y ponerlas al servicio en bien de los demás, como lo indican las reglas divinas del “gran arquitecto del universo”, nombre que utiliza la masonería a quien ha creado este universo y de alguna manera, encarga a ese ingeniero en jefe, bautizado como “Ángel de la guarda” o simplemente como “protector” de esa nueva vida y la vigilará hasta el final de su existencia, quizás, en el transitar por esa vida le deban asignar a otro protector, pero esto se rige con reglas divinas, posteriormente, hablaremos de esto; tal vez, lo mencionado hasta este punto, es lo que motivó dedicar tiempo a difundir conocimientos que poco a poco me convencieron de la necesidad de divulgar lo aprendido sin obstáculo alguno, ni establecer posturas fanáticas sediciosas que, no ayudan, y sí provocan conflictos sociales; los postulados de la masonería siempre se enfocan a la búsqueda de la verdad, para situarlos al bien de la humanidad, los masones tenemos obligaciones precisas que, denominamos como “deberes”: Deberes para con Dios, deberes para con nuestros semejantes y deberes para con nuestra familia, además, el masón tiene la prohibición de ostentar en público sus grados jerárquicos, pues estos solo son válidos dentro de las reuniones y eventos masónicos, por eso se convierte en una hermandad como forma de reconocimiento, aunque nadie nos haya expuesto personalmente, las formas de reconocimiento, se encargan de intercambiar puntos de convergencia en todos los temas de interés social y personal, por el bien de la humanidad.

Es importante puntualizar que somos parte de la creación de seres vivos, diferenciados tal vez de las demás especies, porque nuestro pensamiento resulta más completo, como lo definen los grandes filósofos: el ser humano preparara sus alimentos, produce fuego para mitigar el frío y sabe cómo mantenerlo activo, además, aprende lo que se refiere a la vida y a la muerte, el resto de las especies vivas permanecen limitados porque no sabe transformar la materia.

El masón tiene conciencia de la vida porque el alma es motivo de estudio en todas sus facetas, entiende que esa alma procede de la conciencia divina y a la descomposición del cuerpo donde habita, dicha alma regresa a su lugar de origen, a la divinidad, de esa forma comprende la inmortalidad del alma. Desde luego que me queda mucho por decir en este tema, con gusto lo ampliaré más adelante, todo un grado se encarga de explicarlo.

 

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Que es y para que sirve
A partir del día siguiente la orden se Don Luis fue que permaneciera en la zona de cuartos fríos lavando los cilindros de reposo de las 7 a las 15:30 horas hasta entregar el turno al obrero cortador del turno vespertino, al cabo de 8 o 10 días resulta que nunca llegó el relevo y tuve que cubrir el turno de cortador hasta las 11 de la noche en que entregué al relevo nocturno el cargo; a partir de ese día, la orden fue cubrir el turno vespertino del puesto de cortador de cerveza de las 15:30 Horas y hasta las 11 de la noche el resto de la semana; el sábado por la mañana los encargados de los tres turnos en grupo, nos dedicábamos al proceso de limpieza de la tubería, por donde se transportaba la cerveza hacia los filtros, con un preparado de ácido sulfúrico diluido con agua, haciéndolo circular por varias horas a través de todas las líneas por medio de moto bombas de trabajo pesado, que garantizaban una limpieza óptima.
A partir del siguiente lunes se cambiaba el horario de turno de cada uno de los cortadores, circulábamos del turno matutino de las 6 a las 14:00 horas con media hora de tiempo extra porque a las 15:30 se entregaba el turno vespertino al relevo que a su vez lo entregaba a las 11 de la noche al tercer relevo y continúa la cadena de tiempos; esa fue mi rutina durante los siguientes meses.
Una mañana durante la media hora de alimentos de las 9:00 horas, nos sorprende Don Luis, a las 9:10 con su estilo autoritario interrumpe nuestra alegría del almuerzo: “Torres”, Sí, contesto con mi forma habitual, “preséntate de inmediato con el jefe de personal porque necesita hablar contigo”. Mediante mi poca cultura le contesto que me presentaré cuando termine de almorzar y Don Luis, con cierto enojo se retira. Los compañeros rompen el silencio y me dicen: creo que te van a despedir, a lo que les contesto: no importa, ya estaré buscando otro trabajo; y al terminar mi almuerzo me despido de los compañeros y me presento a la jefatura de personal y hubo que hacer antesala por un buen rato hasta que la secretaria me indica que ya me puede recibir el Licenciado.
Con el desconcierto propio de situaciones como esta, ingreso a la oficina con seriedad y molestia, con la misma seriedad el Licenciado y la secretaria me entregan una serie de documentos con indicaciones precisas, me debo presentar en el hospital español con un médico determinado y en un departamento determinado; que a estas alturas de tiempo es poco lo que recuerdo; debo presentarme al día siguiente para unos estudios de laboratorio con sus indicaciones, esa misma tarde me entrevistaré con un médico a las 17:00 horas pero en un consultorio en el centro de la ciudad, luego otras citas oficiales en Hacienda y no recuerdo las demás trámites que tomaron tres días en los que realmente no me enteré de que se trataba, pero dócilmente seguí cada indicación, con la seguridad de que mi trabajo seguía vigente; una vez terminados los trámites me presenté con Don Luis, me indica me presente al almacén, me entregarán ropa y equipo especial para mi trabajo y de inmediato cubra el turno, esto se realizó en el transcurso de la mañana y todo debía hacerlo antes de las 3:30 de la tarde, cuando debo recibir el turno vespertino; una vez que cumplo todos los encargo de Don Luis, los compañeros con gran alegría me felicitan: siempre te dieron la planta de trabajador, eres un tipo con suerte, hay compañeros que llevan algunos años esperando la planta y tú la conseguiste en unos meses, esto no lo habíamos visto antes, felicidades.
Los acontecimientos descritos en realidad fueron emocionantes, comparables todos con la escalada de grados en la masonería, porque en cada escalón se experimentan emociones parecidas, quizás equivalentes a un 10 de calificación en los grados académicos.
Cierto es que el camino por esos peldaños se disfrutan de manera privada, porque la orden nos recomienda evitar la ostentación de los grados, al ingresar se nos dice que ningún título profano es necesario para ingresar a la orden, no son los títulos quienes nos proporcionan los conocimientos, es el análisis practicado en cada “tenida” con la «pedagogía masónica» pues, el trabajo constante exige buscar “la verdad” y entregarla en bien general de la humanidad.
A partir de los peldaños recorridos en la fábrica de cerveza, experimenté una seguridad envidiable, como si hubiese encontrado la verdad sin saberlo; ¿cómo lo conseguí? Pues con la unión de la propiedad y el trabajo; en líneas anteriores he declarado que mi propiedad es el conocimiento alojado en el cerebro y la disposición para trabajar a pesar de los obstáculos dentro de la fábrica, aprendiendo el funcionamiento de la vida real, to-mando solo lo necesario que permite tocar las puertas de la felicidad, casi gritaba: ahora ya soy yo, seguro de mí mismo, estoy listo para resolver todos los problemas que se presenten, pequeños o grandes.
Mientras escribo esto, de ninguna manera puedo eludir la estancia en el hoy y el pasado, gracias a lo vivido hace tantos años, hoy lo disfruto mucho más, gracias al conocimiento adquirido en la honrosa institución que es la masonería, ahora comprendo que en verdad había encontrado la felicidad cuando me contraté en la Cervecería Modelo, realizando un trabajo interesante, me proporcionaba una gran emoción el ver que en la fábrica todo funcionaba perfectamente, el engranaje productivo era casi perfecto, recuerdo que se planeaban horas extras para cubrir la demanda de cerveza embotellada, durante el verano la producción debía estar en el orden de los tres millones de litros diarios, cubriendo así la demanda de manera efectiva; debo reconocer que la empresa manejaba en ese tiempo el salario mínimo al doble del oficial, o un poco más, durante esos años, mientas el mínimo oficial era de catorce pesos y en la cervecería era de 25 pesos o más y todo trabajador y empleado de planta estaba inscrito en el Seguro Social, de hecho, mi registro data del año 1958 y el trabajo lo quise con toda mi alma, siempre anteponiendo mi deseo de superación, y para lograrlo, en tiempos libres visitaba otros departamentos para acrecentar conocimientos sobre la cerveza; en esas visitas, aprendí que, la elaboración de la cerveza se divide en dos procesos: La conversión del almidón de un cereal en azucares fermentables por acción de las enzimas que se encuentran en la malta y la posterior fermentación alcohólica de los mismos mediante la acción de la levadura. Se utilizan 6 ingredientes básicos: Malta, agua, lúpulo, levadura, cereal, en el caso de esta cerveza, es el arroz, pero, puede ser trigo, avena, maíz e incluso centeno, y finalmente azúcar, todo ello conforma un molido y se vacía en un recipiente de cocimiento en el orden de 50 mil litros o más de agua a determinada temperatura, hasta un punto hervor durante un mínimo de 7 horas, de acuerdo al proyecto de sabor calculado.

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Que es y para qué sirve

La escuela de la vida

Durante el almuerzo comprendí los conflictos de mamá para guiarnos a partir de la muerte de papá, aunque no pude conocerlo físicamente, los comentarios de mamá resultaron suficientes para imaginarlo, en fin, creo que ahora me encontraba en la escuela de la vida: en la que, “aquel que no sabe aprende y el que sabe aprende más”; entiendo lo que se trataba el asunto de “trabajar”, comprendí también la necesidad de cuidar mi cuerpo como si fuera una máquina, capaz de producir dinero para cubrir las necesidades y participar con ese ingreso a la familia, tal vez con el objetivo de aligerar la “carga” de mamá; hoy comprendo mejor los postulados de la masonería, esa pedagogía que conocí en la década de los ochenta, hoy admiro con esplendor divino, lo que los maestros masones manifiestan: “duda siempre de todo lo que te digan, analízalo, pregunta, pide opinión, no te prestes indefenso como cera blanda, capaz de permitir que te  modelen a su antojo y que impidan que pienses, investiga y piensa siempre.

Durante los nueve meses que tu mamá trabajó como escultora, guardó en tu cerebro las facultades necesarias para tu vida autosuficiente: la inteligencia, el valor, la prudencia y hasta la filantropía, esperando a ser descubiertas poco a poco, a partir de tu llegada a este mundo, piensa que todo te lo entrega con la paciencia materna y en un momento de tu vida, cuando ya seas autosuficiente, cuando debas conseguir alimento por medio de tu forma de pedirlo, quizás por medio del llanto, tu mamá descubrirá que tienes hambre o frio o calor o el resto de tus necesidades, ella resolverá esas necesidades con toda la ternura de que sea capaz, hasta cuando seas en verdad autosuficiente y comprendas no solo el frio o el calor, la noche y el día e infinidad de revelaciones.

Mediante las “tenidas” como se denominan las reuniones masónicas, es como los maestros masones ayudan en la develación de los misterios del milagro de la vida, por medio de la fórmula: “duda de todo lo que te dicen, piensa, analiza, pregunta siempre, ¿Por qué? Y ¿Por qué? Esa la fórmula.

Las 9:30, hora de regresar a la actividad del manejo de las pacas de lúpulo. Al filo de las 12:00 horas mis manos ya sufrían desgarres tremendos en las palmas de mis manos por el manejo del famoso gancho y, entonces, aparece Don Luis Canals, que así se llamaba el jefe y me grita a determinada distancia: “Torres, y contesto”: sí, “¿Ya te cansaste?” No, “muéstrame las manos”, y se las muestro de manera que no viera el estado lamentable de las palmas; “entonces preséntate con Cabrera en los cuartos fríos para que te enseñe a lavar los tanques de reposo”. De acuerdo, así le respondo, y de inmediato me dirijo a dichos cuartos y oh sorpresa, el frio era verdaderamente intenso, quizás a 2 o 3 grados centígrados, y rápidamente el mentado Sr. Cabrera me dice: apúrate para que, rápido entres en calor con el ejercicio y no te haga daño el cambio de temperatura.

Ingresamos por medio de una pequeña puerta, como en una embarcación marina y la consiguiente sorpresa: era un tremendo cilindro de unos tres metros de diámetro y tal vez 10 o12 metros de profundidad, nuestra herramienta era un cepillo con mango muy largo con el que removeríamos los rastros de levadura, impregnados durante el mes que permanece la cerveza en reposo; había que limpiarlos solamente con agua, hasta dejarlos preparados para una nueva carga de cerveza recién fermentada, durante los siguientes 30 días; en esa sala se encontraban unos 20 cilindros, con capacidad para 70,000 litros aproximadamente, había que limpiar por lo menos 6 o 7 de ellos.

Cuando se acercaban las 3 de la tarde, hora de salida; la esperaba como novio primerizo y aparece nuevamente Don Luis Canals: “Torres”, sí. “Te quedas hasta las 3:30 vigilando los colectores de la cerveza, enviándola a filtros, hasta que llegue el relevo del segundo turno y mañana te presentas nuevamente a las 6 de la mañana”; y se retira de inmediato.

Deduzco entonces el resultado laboral en mi primer día en ese departamento, no resultó gris, más bien, brilló en cierto sentido; cuando  llegó el relevo, un compañero no joven, no viejo, más bien de edad madura, como buen maestro, me aconseja la manera de curarme rápido los daños a las manos y me sugiere que trate de dominar el trabajo de “cortador” como le llaman a ese puesto de trabajo que él desarrolla, porque, “tal vez Don Luis quiere que tu ocupes el lugar que quedará vacante en la próxima semana”. Este dato me obligó a quedarme una hora más, para entender el manejo de la cerveza en esa tarea, interesante desde luego, quizás, el viejo gruñón Don Luis Canals, simplemente podría haber decidido el futuro de mi camino por la empresa.

Así ocurrió en los tiempos de iniciación en la masonería, fue un médico quien me invitó a ingresar a la orden y como quien toma de la mano a su hijo, me fue guiando desde el momento en que me iniciaron hasta el final de la carrera masónica. Así Don Luis como muchos de los compañeros, me trataron de manera especial y lo defino así porque al describir mis experiencias en la fábrica, descubro una gran similitud con la experiencia del ingreso a la masonería, confieso que nada de esta disciplina conocía cuando sufrí en dicha fábrica; si me hubiese dicho alguien en ese tiempo que, años después comprendería la bondad de lo que sufría en ese momento, seguro lo hubiese calificado de loco.

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Qué es y para qué sirve

A mediados de 1957, conocí la cervecería Modelo, asistí a una celebración sindical, para conocer y podía la fábrica, cuyo funcionamiento resultaba interesante y era una buena oportunidad para admirarla; fuimos recibidos por el delegado del trabajo, lo cual nos permitió la entrada directo al evento y comenzamos a recorrer las instalaciones; reconozco que me impactó mucho el movimiento de trabajo y el ambiente, era algo novedoso, nunca había conocido algo así; después de 30 minutos terminó el recorrido y se me ocurre decir: “quiero trabajar aquí. ¿Se puede?” Y el delegado del trabajo casi de inmediato me dice: mañana comienzas, me entrega un boleto muy pequeño, me enseña donde debo presentarme a las 6 de la mañana, me conduce con el jefe de embotellado, será el lugar de trabajo que iniciará oficialmente a las 7 de la mañana del día siguiente.

Lamentablemente he olvidado la fecha de este ingreso a la fábrica, pero, debió ocurrir en el verano de 1957. Con gran entusiasmo me presenté a las 6 de la mañana al lugar indicado, anotaron mi nombre y me dirigí al departamento de “llenado”, como se le reconocía al lugar donde se manejaban las botellas de cerveza listas para empacarse.

El trabajo consistía en revisar el paso de dichas botellas que se movían a una determinada velocidad, eso, impedía distraerse porque, si alguna botella mostraba menos líquido o mayor al especificado, o transitaran sin revisar botellas sucias o con objetos extraños en el interior de dichas botellas, pues el estado transparente de la cerveza es parte del encanto de esta bebida.

En esos tiempos las botellas de cerveza vacías, se recolectaban en las tiendas, tenían un costo que de denominaba “importe”, esto es, el valor de dicha botella, de manera que el riesgo de que se quedaran en el interior impurezas o cualquier otro tipo de cosas impregnadas resultaba fatal para la empresa; no se debía apartar la vista de la danza de las botellas, esa era la condición de la actividad, y si a su paso aparecía una o varias botellas con impurezas, había que separarlas del desfile y destruirlas sin pensarlo y sin apartar la vista de la línea de llenado, para lo cual contábamos con un recipiente a izquierda y otro a la derecha con resistencia necesaria para que las botellas separadas se destruyeran sin verlas, garantizando así, una impecable revisión; esto lo hacíamos por lapsos de 2 a 3 horas, la jefatura de ese departamento tenía calculado que, aplicando la revisión en esa forma sería confiable; total que esa actividad la soporté solo dos o tres días, por lo aburrido del asunto hubo necesidad de dimitir a esa tarea.

Hablé entonces, con el delegado del sindicato para que me asignara un sitio más interesante para trabajar y su respuesta inmediata fue, presentarme con el jefe del departamento de elaboración, un hombre maduro de origen español que de inmediato me dijo: “Tú no sirves para trabajar en este departamento es muy ruda la actividad, yo necesito trabajadores fuertes y robustos, capaces de soportar la carga de trabajo y tu apariencia de ninguna manera se ajusta a las necesidades”; como jamás en mi vida estaba dispuesto a recibir un “no” por respuesta, contesté de inmediato: “claro que puedo con cualquier trabajo, solo póngame a prueba”. Supongo que, por cumplir con el sindicato me otorgó el pase de entrada para el día siguiente con muchas dudas; preséntate mañana a las 6 de la mañana en este departamento, para prepararte, porque justo a las siete recibirás instrucciones en el puesto de trabajo.

A las siete de la mañana me envió a la zona de carga de barriles de cerveza, para colaborar en la entrega a los camiones repartidores; debían salir a distribución a más tardar a las ocho de la mañana para hacer el recorrido, de manera que en ese momento casi estuve a punto de renunciar, porque sentí que los dedos de mis manos parecían congelados por lo frío de los barriles a la hora de levantarlos; en ese tiempo los barriles eran de madera tratada y muy pesados, pero resistí; a las ocho, Don Luis, que así se llamaba el jefe, se dirige a mí, preguntando con autoridad exagerada: “Torres, ¿ya te cansaste?” No, le contesté; entonces ve con el encargado de controlar las “pacas de lúpulo”.

De inmediato me dirigí a cumplir la orden. El encargado me entregó un gancho metálico simple, me presentó al compañero que me guiaría en la forma de tomar el gancho y la manera de moverlo hasta colocar la “paca” de lúpulo en el lugar asignado, y pues, ni manera de renunciar, ya estaba metido en un embrollo de trabajo al que me había conducido la curiosidad, pronto vino la señal de las 9 de la mañana, hora de almorzar como se acostumbraba en determinados departamentos y este era uno de ellos, contábamos con treinta minutos para comer lo que había preparado desde la noche anterior en casa.

Nunca antes había encontrado un sabor tan maravilloso en los alimentos, hasta ese día comprendí lo valioso que es alimentarse con lo que esté al alcance, al momento en que el cuerpo lo necesita con urgencia; en el comedor colocaban recipientes conocidos como: “hieleras” con botellas de cerveza de un cuarto de litro y podíamos ingerir la cantidad deseada, no había límite, lo que pudiéramos consumir en la media hora del almuerzo, también comprendí la costumbre de tomar solo lo necesario; se gestó en mi organismo una especie de autocontrol de alimentos involuntariamente; reconozco que resultó muy benéfica la disciplina de la empresa; no puedo evitar hacer la comparación de la disciplina empresarial con la disciplina masónica, ella nos indica la manera de reconocernos a nosotros mismos, entender nuestro cuerpo, entender la vida, pero la vida real, no la que nos enseñan en la infancia nuestros padres o como lo muestra la gente que nos rodea, con ideas diversas, sin dudar de la información que reciben o han recibido. Continuaré con el relato mañana.

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Que es y para qué sirve

Después de treinta años de caminar por los senderos de la masonería, he decidido hacer un relato de cuanto he descubierto, me inicié a la altura de mis cuarenta años de edad, esto ocurrió en la década de los ochenta, y muchas veces me pregunté: ¿por qué no lo decidí en mis años de juventud?, cuando la condición física era suficiente para deambular por estos caminos. El ingreso a la masonería se realiza solo por invitación, en mi caso, ocurrió a mediados de esa década; es por eso que, hoy, me propongo establecer pasajes paralelos de mi vida masónica y mi vida profana.

También, debo confesar que los primeros tres años sufrí para comprender el objetivo real de la masonería, inclusive pensé en desertar algunas veces, sin embargo, algo en el fondo de mi pensamiento se resistía a tomar esa decisión, hasta que por fin, apareció un personaje que, al desarrollar el tema de uno de los grados masónicos, manifestó de tal manera el objetivo de dicho tema que, resultó un golpe maravilloso, comprendí el gran secreto, profundizar en cada tema que se trata en privado durante las reuniones, para utilizarlo y aplicarlo en la vida real, acorde a la necesidad de cada persona; debo reconocer que mi vida cambió radicalmente a partir de ese momento.

De mis primeros años de vida prefiero comentarlos conforme avance esta narrativa o al final de este proyecto para que se pueda valorar en su exacta dimensión, mis “grandes problemas” comenzaron cuando transité por la enseñanza secundaria, muchos eran mis sueños, pero todos inalcanzables por la carencia de fondos en la familia, máxime ocupando el séptimo y último lugar; cuando papá murió, mamá tenía solo 36 años; en ese momento yo cumplía seis meses de haber nacido, sufriendo ella, inmensa presión para conducirnos adecuadamente en aquellos tiempos, al inicio de la década de los cuarenta del siglo pasado; la familia se componía de cinco varones y dos mujeres, sin embargo, recuerdo como un sueño que mamá nos repetía: “todos deben llegar a ser profesionistas, de esa forma podremos salir adelante”; los recuerdos de mis primeros años indican que, el hermano mayor había terminado la carrera de ingeniería civil; por medio de su plaza de trabajo en la Secretaría de comunicaciones, la familia recibía un ingreso económico único y muy menor, por ende, mamá sufría mucho para atender nuestras necesidades, el resto de la familia no generaba ingresos, todos permanecíamos estudiando, de manera que la situación era caótica; en el año de 1951, yo cursaba el primer año de enseñanza secundaria, en una escuela ubicada unas “cuadras” de nuestro domicilio, por lo tanto me era fácil llegar a la “prevocacional # 4”, dependiente del Instituto Politécnico Nacional, así se identificaba este tipo de escuela, con un sistema de estudio que pretendía integrarnos al trabajo por medio de la práctica de artes y oficios, impartida por maestros capacitados en cada actividad; las materias académicas, impartidas por profesionistas en cada quehacer; pero mis inquietudes eran muchas y realmente no encontraba mucha efectividad en lo que nos enseñaban porque mi mente parecía viajar en otro sentido.

Mis conclusiones no comulgaban con las de mis hermanos y hermanas, así que, dije adiós a la escuela y trabajé en infinidad de actividades, algunas veces regresaba a la escuela pero los gastos corrían por mi cuenta, debo señalar que la enseñanza secundaria la terminé después de mucho tiempo y lo poco que obtenía en mis trabajos lo repartía con mamá, con ello quizás no resolvía el problema pero, eso me permitía sentirme importante.

La vida me condujo a infinidad de actividades, desde ayudar con las bolsas de mandado de las señoras comprando en el mercado, hasta llegar a un trabajo terriblemente pesado en la fábrica de cerveza muy famosa de esos tiempos, era la década de los años cincuenta, pero el sueldo y prestaciones eran muy atractivas, lo cual compensaba lo desgastante del trabajo los seis o siete días de la semana.

Esta narrativa, parece enlazar perfectamente en el legado la masonería. De acuerdo con escritos antiguos, le otorgan la paternidad de un camino natural hacía el triunfo en la generación de riqueza, a un importantísimo filósofo de los grandes iniciados: Pitágoras, desde entonces, este gran personaje enseña que para generar riqueza solo se requiere movilizar dos cosas: propiedad y trabajo; hablar de propiedad no solo se refiere a un terreno o una casa; el conocimiento también es una propiedad y se aloja en el cerebro, los conocimientos se adquieren en la escuela o se transmiten de padres a hijos con mensajes de boca a oído, los métodos son infinitos cuando se trata de comunicar usos y costumbres que se convertirán en cultura popular en todos los niveles, pero habrá que ponerse a trabajar; sin la iniciativa del trabajo nada se logra, entonces, es claro que uniendo el trabajo a la propiedad es como se genera la riqueza que no solo se trata de dinero, también de valores; con propiedad y trabajo evoluciona el ser humano, y Pitágoras establece una ruta a seguir en cualquier proyecto, al implementar la unión de la propiedad y el trabajo para generar la riqueza lícita; declara entonces: “cualquier proyecto debe fincarse en justicia y orden, comenzando por ser justo con uno mismo, vigilando oficiosamente cada situación para que la economía permita una previsión adecuada, constancia y emulación producen la intrepidez en cada proyecto, pero todo dispuesto con verdad, pues con justicia y verdad todo proyecto obtiene ciertamente un buen fin.

Continuaré mi relato mañana.

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Que es y para que sirve

En el siglo XXI, han quedado arrumbadas grandes utopías de los siglos XIX y XX; los fanatismos e intolerancia extrema parece cobrar dividendos, hoy las religiones y los políticos más conservadores forman una alianza que busca anular las libertades individuales y los progresos sociales en los últimos doscientos años; todos, mujeres y hombres viven con miedo e incertidumbre en un tiempo atestado de amenazas, no solo a la raza humana, también a todo lo que existe en este planeta; sin embargo, la Masonería puede ofrecer hoy, con fuerza y vigor como en el pasado, una respuesta de carácter básico, mediante sus fundamentos, símbolos y pedagogía que, son de representación universal, por medio de símbolos, palabras, escritos, usos, costumbres y disciplina capaz de liberar a los seres humanos de sus vicios, fanatismos y miserias, descubriendo su conciencia y facultades que nos entregan en el momento de llegar a este mundo.

Hoy a mis 80 años cumplidos, he decidido contar mis experiencias de vida, antes y después de mi caminar por la masonería en los últimos 30 años, cometiendo todos los errores y aciertos mezclados en esta narrativa, deseo y espero que por lo menos algún pasaje de mi vida sirva de algo para los jóvenes de hoy, pues mi historia comienza en la pubertad y hasta estos días, por lo tanto: dedico a usted con todo respeto, mi experiencia.

Todo comienza a la altura de mis 16 años de edad cuando en realidad poco o nada sabemos de la vida, simplemente soñamos y necesario es que imaginemos nuestro sueño a cada momento para buscar la realización en el menor tiempo posible.

Le invito a diseñar su sueño y le prometo contar mi sueño en el siguiente escrito cuando cumplía mis 16 años.