Durante una conferencia se dijo que la palabra «mexicanos» significa «los unidos» que se dieron a la tarea de localizar el águila devorando a la serpiente y que la encontraron en un «islote» en la zona del lago de Texcoco en la altiplanicie que hoy ocupa la ciudad de México.
Esa conferencia la impartió un maestro de nivel secundaria, enamorado del idioma nahuatl y por ende, de esta tierra maravillosa con un clima verdaderamente idóneo para una vida tranquila y feliz, solo la interferencia que nos provoca el asunto político y la ambición de quienes tienen el poder es que no podemos encontrar la felicidad completa.
La apertura a las candidaturas ciudadanas fue otra de las «vaciladas» del sistema, pusieron tantas trabas que resulta imposible cubrir la demanda de condiciones, es claro que tampoco quieren abrir la puerta a la ciudadanía.
Tres son los enemigos de los ciudadanos: la ambición de quienes ostentan el poder, la hipocresía con la que nos tratan mediante el engaños de los «programas sociales» y la ignorancia que manifestamos en función de los derechos nuestros que no respetan.
Es por eso que los programas de educación han sido la herramienta fundamental de quienes nos gobiernan para continuar y mantener la «fábrica de pobres» que les resulta muy productiva porque nunca ha estado bajo el escrutinio de los ciudadanos.
Debemos agradecer al sexenio que terminará el año próximo, el estado de pobreza que entregaremos a nuestros hijos, nietos y bisnietos y ni siquiera les podremos pedir perdón porque para entonces ya estaremos en el otro mundo y la historia nos podrá «etiquetar» como los mexicanos que nunca se unieron para encontrar la felicidad.