Si yo fuera, si yo estuviera

Estándar

Si yo fuera Enrique Peña Nieto en este momento ya estaría utilizando mi derecho de veto para destinar esos capitales que debe entregar a los políticos para sus campañas políticas, finalmente el congreso ha aprobado cuanta iniciativa he enviado a las cámaras.

El presidente de la República tiene en sus manos los acontecimientos naturales a su favor, basta que ejerza dicho derecho de veto para dedicar esa millonaria suma de dinero que los candidatos derramarán en la basura durante el año electoral.

Tal vez si en lugar de un presidente «elegido popularmente» tuviéramos un Rey como muchos que la historia describe; que en un arranque de inspiración, utilizara esos dineros en la reconstrucción del país tratando de aliviar las perdidas ocasionadas por la madre naturaleza.

Quizás si se aislara por un instante de la gente que le rodea y pensara que tiene en las manos la oportunidad de pasar a la historia como el presidente que salvó de la ruina a los mexicanos en su último año de gobierno.

Si yo estuviera en los zapatos del presidente Peña Nieto, creo que vale la pena imaginar aunque solo sea por un instante, que bien se pueden utilizar esas sumas millonarias en bien de los ciudadanos y no solo de los que en este momento sufren las pérdidas materiales naturales, sino de los 120 millones de ciudadanos que conformamos este país.

A su lado tiene a un personaje que conocí desde su niñez: Miguel Osorio Chong, nacido en el seno de una familia ejemplar, su papá y su mamá, pareja honesta que lucho desde siempre en busca de una superación familiar que parecía muy lejana y sin embargo lograron poco a poco esa superación.

Debe tener a su lado a muchos colaboradores que lucharon como la familia de Miguel, en busca de la felicidad profesional, si usted hubiese conocido a su papá, hombre trabajador lo mismo que su mamá, estoy seguro que entendería lo que trato de decir.

Por medio de ellos puede usted, señor presidente, imaginar lo que verdaderamente queremos los mexicanos, hoy es el momento de voltear a vernos en nuestra exacta dimensión, en sus manos está la oportunidad de trascender de manera exitosa, y que la constitución lo premie, o que se lo demande.

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