El aplauso rítmico fue tal vez una parte
integral de la primera música humana, así se aprecia en pinturas egipcias
antiguas a personas que aplauden junto a los músicos, pero, el ritual del
aplauso se convirtió en una tradición como expresión de la multitud en la
antigua Grecia, en los teatros abiertos que acústica-mente eran perfectos
asistían hasta quince mil personas y el sonido de ese aplauso resultaban
ideales como premio a los actores al final de su trabajo escénico.
los tiempos de Shakespeare, Mozart inclusive, esperaba que su público
aplaudiera, charlara y comiera durante sus conciertos y a medida que el aplauso
se convirtió en la marca del éxito, los
compositores y dramaturgos incluían
secuencias llamativas en sus obras y generar ese aplauso.
reglas no escritas, pareciera que aplaudir es un instinto natural, el público
aplaude como un agradecimiento, tal vez no sabemos quién inició la costumbre;
dicen que cuando Beethoven dirigió por primera vez su sinfonía N°9 en re menor,
en el teatro de la corte imperial y real de Viena, en 1824, la audiencia estaba
en éxtasis; aplaudieron y vitorearon después de cada movimiento e incluso la
entrada de los tímpanos en el segundo movimiento, pero Beethoven gesticulaba como
manteniendo el “tempo”, ya estaba totalmente sordo y daba la espalda al
público.
adelante y lo hizo girar hacia el público,
que estalló en una ovación de pie
mientras agitaba pañuelos en el aire; desde luego que debió ser una experiencia
extraña y desorientadora en Beethoven, quien quizás percibió más extrañas las
reacciones de un público moderno; actualmente, los movimientos están separados
por pesados silencios.
comportamiento del público ha sido estridente más que respetuoso; solo en los
últimos ciento cincuenta años, el agradecimiento del público en el teatro o en
los conciertos se convirtió en el aplauso simple, batiendo las palmas,
actualmente se generan
aplausos incorporando “partidarios amistosos” y ruidosos
entre el público; pero entonces, ¿Quién hizo la primera “ola” como aplauso
masivo en los estadios?
se la adjudican los “fanáticos de Oakland” dos semanas antes de la universidad
de Washington y en algunos otros estadios de fútbol, pero, la “FIFA” en el
mundial de fútbol celebrado en la ciudad de México en el año 1986 atrajo la
atención
internacional y el mundo de habla inglesa fuera de América del Norte,
le calificó entonces como: “Mexican Wave” y en los países de habla hispana se
la conoce como “la ola”.
se ponen de pie, lo que crea un efecto sonoro a la vez que visual cuando se
levantan y se sientan con determinada armonía; en México, los aficionados
afirman que ellos ya
hacían “la ola” desde los juegos olímpicos de 1968, en la
ciudad de México y en América Latina, infinidad de fanáticos al fútbol dicen
que ha sido algo común en sus estadios desde la década de 1970 y así como “la
ola” la polémica sigue y seguirá estimulando, lo importante es que a nivel
mundial ha seguido siendo una muestra de júbilo que en cierto modo sustituye en
parte a la costumbre de los aplausos como tradición del siglo XX.