Milagro en tiempo y forma

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Milagro, en tiempo y forma
Por: Julio Torres

La historia natural de los milagros mucho
se parece a la historia natural de una vida, de una empresa y de todo cuanto se
refiere a los seres humanos, la buena nueva es que aun cuando somos capaces de
crear cosas desagradables, también somos poderosos de crear cosas muy
agradables en nuestra vida, crear deliberadamente mejores condiciones
personales y del entorno es más sencillo de lo que se imagina y las condiciones
necesarias que permiten lograrlo son verdaderamente naturales.

La sabiduría de la naturaleza siempre se
hace presente, entonces, se

requiere establecer un modo de tranquilidad y
quietud que nos permita ejercer una vacuidad, es decir, “vaciar” un poco de lo
que utilizamos normalmente con el fin de crear un espacio suficiente y que el
universo pueda entregarnos su bondad y conocimiento y llene ese espacio que
hemos desocupado, pero con aquello que pedimos y que necesitamos simplemente
porque ya no estamos llenos y ese lugar vacío nos regalará el espacio
suficiente que ocupará el milagro solicitado.

Pero hay más, debemos conseguir que
nuestra vida e intención se muevan en la misma dirección, como se mueve el
universo, él nunca

cambia de dirección, nunca tratar de nadar contra corriente,
si lo que queremos lo enfilamos en distintas direcciones, el universo no va a
saber exactamente qué es lo que queremos, lo cual equivale a entorpecer la idea
y por ende, su progreso, así que siempre debemos ajustar el curso de los
acontecimientos, cambiar el objetivo simplemente por el placer de cambiarlo
resulta un atentado al flujo universal.

Una buena medida, implica o condiciona el
preguntar, si sabemos lo que realmente queremos, el universo cumplirá el pedido
con sorprendente

precisión; nunca tratar de pedir algo que no está conectado con un propósito alto, esto condiciona a involucrar y maximizar,
es como la expansión de lo que ya existe, el universo es muy cuidadoso, rechaza
con odio la pérdida, quien utiliza su energía con valorada gratitud y cuidado
invariablemente es recompensado, no utilizar nuestros dones, tarde o temprano
los perderemos.

El “dar” alivia la congestión, es decir,
el dar ayuda mucho cuando se

presentan eventos o fenómenos que desconocemos o
que simplemente no comprendemos, es entonces cuando el dar resulta muy
efectivo, pero sin esperar nada a cambio, el universo no pone condiciones
cuando da, lo que pide es muy poco y sencillo, solo requiere que aquello que se
pide permanezca “aterrizado” porque el poder fluir adecuadamente solo implica
“cerrar el circuito” del cielo a la tierra en el sentido creado desde el
principio de los tiempos.

El propósito como seres humanos debe ser
aprender a ver “lo mejor” y desear lo mejor, aunque ello pareciera
inalcanzable, ver o visualizar lo que deseamos es fundamental, inclusive
pudiera ser imposible, no importa, lo verdaderamente importante es estar armonizados
con el universo, y que la condición de agradecimiento funcione al unísono con
el trabajo universal, pero cuidado, si la armonía es negativa, también se
cumple, es por eso que los mecanismos de solicitud deben contener una buena
carga de bondad y agradecimiento.

Ayudarse a sí mismo es otra condición
básica, las cosas no ocurren

simplemente así, espontáneamente, es necesario el
esfuerzo personal, de otro modo las cosas o las peticiones jamás se cumplen, ya
vimos que la energía fluye de manera cíclica a través del universo, cuando se
trabaja con una circulación de flujo es cuando los milagros ocurren y no de
otra forma, desde tiempos remotos se ha dicho que en “la forma que damos” es
“la misma en la que recibimos”, lo anterior obliga a ser o estar “abiertos a lo
que va a suceder, estar listos y dispuestos a aceptar el flujo que nos llega,
gozarlo y tomar conciencia de lo que llega.

 

Los milagros existen, ni dudar de ello y
han existido desde la noche de los tiempos, los milagros suceden a cada momento
en todo el universo, pero los milagros obedecen condiciones exactas y muy bien
estructuradas, vale la pena reafirmar que nada es casualidad, que todo es
producto del principio de causa y efecto, es decir, que si lo que solicitamos
se encuentra ajeno al orden universal, es como si pretendiéramos solicitar algo
en nuestro idioma a una persona que nació donde se habla un idioma distinto al
nuestro, de tal manera que me quedo con la necesidad de comprender primero, el
funcionamiento del universo, él es preciso y concreto, y si logro conocerlo, es
seguro que el milagro que solicito se cumplirá en tiempo y forma.

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