Cualquier lugar
puede ser un recinto de reflexión, ya sea en retrospectiva o de imaginación a
futuro, la condición es vivir una especie de aislamiento y me permito sugerir
una forma un tanto singular, tal vez imaginar que estamos en el vientre materno
donde nada nos hace falta con la particularidad de que en realidad no sabemos
porque estamos en ese lugar ni como es que lo elegimos, le invito a seguir
leyendo.
No sabemos que es lo
que determina que un ser pueda estar en un lugar como el vientre materno y
porque, sin embargo, ese principio de vida parece ser lo más hermoso de todo
cuanto podamos imaginar, todo es nuevo, todo es distinto a lo conocido, en
realidad creo que no sabemos que es lo que nos depara el destino, ni siquiera
sabemos si es de día o es de noche porque tampoco podemos abrir los ojos y no
importa, pues tenemos todo lo necesario, no hay frío ni calor, no hay luz pero
tampoco sombras, no se percibe hambre pues el alimento llega sin que sepamos de
donde procede, nadie nos dice que es hora de dormir o despertar, ¿será acaso el
famoso jardín del Edén que describen los libros religiosos?
Existen doctrinas en
determinadas disciplinas que de esto hablan abundantemente, pareciera que al
tratar de encontrar una explicación a esta vivencia simplemente nos enfrentamos
al punto filosófico que trata de explicar el fenómeno vida muerte o muerte vida,
como quiera que sea el orden de los factores, en ese momento nos encontramos en
la vida o nos encontramos en la muerte, pudiera ser que simplemente nos
encontramos en un punto intermedio donde simplemente estamos en proceso de
gestación, pero en realidad nada de eso comprendemos, simplemente existimos,
como parte de un proyecto divino.
Hay quienes aseguran
que antes de esta vivencia hemos conocido la experiencia de “muerte” y que
dicha experiencia ha quedado grabada en algún sitio y se ha conservado intacta
porque es necesaria en el camino a recorrer en el futuro cercano con la salvedad
de que la siguiente experiencia se denominará “vida” y nada de lo que hasta
ahora sabemos persistirá, como medida de seguridad o de protección en la
experiencia por venir.
El proceso que
definimos como gestación tiene una duración promedio de nueve meses y de alguna
manera se nos informa que ya debemos continuar nuestro camino pero con recursos
propios, además imaginar que durante ese proceso de “gestación” nos entregan una
serie de herramientas suficientes que nos permitirán caminar con seguridad en
esa nueva aventura con todas nuestras imperfecciones, y hasta nos “prestan” un
conductor que nos dice por donde caminar y que hacer a cada paso que damos, en
realidad siempre aparece alguien que nos guía con maestría que impide una
autodestrucción.
A partir que nos
encontramos en el vientre materno pareciera que alguien está vigilante del buen
funcionamiento de todo lo que concierne a nuestra vida y aunque indefensos,
poco a poco vamos aprendiendo todo aquello necesario que nos permita
desarrollar el mandato que habremos de cumplir ordenado por un jefe superior,
de esto se desprende la necesidad de creer en un creador o un arquitecto de lo
que conoceremos como universo.
Durante el proceso
también somos participes del los momentos dulces y amargos que experimenta
nuestra progenitora en la etapa de gestación y a veces hasta parece convertirse
en veneno el agua cristalina que nos envía cuando sus disgustos rebasan los
límites de la prudencia, como si desde ese momento nos estuvieran anunciando
que la vida no va a ser sencilla, pero gracias a su experiencia, siempre
salimos bien librados y listos a resolver problemas.
Cuando parece que
los tiempos se han cumplido y llega la hora de iniciar la nueva aventura, pero
ahora con la dificultad de que ya nada nos va a ser proporcionado de manera
automática, sino que entrarán en función esas herramientas de que hablamos en
párrafos anteriores y bajo nuestra absoluta responsabilidad, enfrentaremos el
efecto complejo que implica el “nacimiento” a la vida, acto que resulta muy
desconocido porque ahora debemos resolver con métodos propios cada problema, de
manera que ahora nos colocamos en el umbral del ingreso a la vida, me siento
ubicado entre las columnas que sostienen la puerta que se abrirá al momento del
ingreso a la vida.