Archivos Mensuales: agosto 2012

La comezón de los sesentas

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Por: Julio Torres.

Llegar a los sesenta años es motivo de distintas experiencias, algunos de mis amigos se les ve preocupados cuando han alcanzado esa edad y la primera vez que observé ese caso, pregunté el motivo, la respuesta fue contundente: “Es que de aquí en adelante estaré más cerca de la muerte y eso si me preocupa”.

Alguien dijo: “Sólo hay un camino para llegar pronto a la inmortalidad. Consiste en amar la vida y vivirla todo lo alegre, valerosa y fielmente de que seamos capaces”.

El pasado es como el panteón: Es bueno visitarlo de vez en cuando, pero no quedarse en él. Son buenas las remembranzas pero no al grado de aferrarse a ellas sin querer ubicarse en el presente.

No tengo noticia de que algún hombre sabio haya querido regresar a ser joven, la nostalgia, los recuerdos y las añoranzas son bonitas, románticas, dulzonas y hasta cierto punto provechosas, nos hacen evocar sentimientos y recuerdos agradables de tiempos felices, pero querer regresar al pasado no es recomendable.

La manía de estar añorando siempre el pasado y retrocediendo constantemente a “los buenos tiempos, a los años felices de la juventud” desde luego que no ayuda, había que pensar en todo lo que le ocurriría si se hiciera realidad, aunque aparente veinte años de edad, debe recordar que no tendrá lo que ahora posee, faltarán los conocimientos que obtuvo en la universidad para lograr un título de ingeniero por ejemplo.

Tendrá un cuerpo joven y saludable, es cierto, pero también un cerebro aún sin preparación ni conocimientos, nada en común con sus amigos actuales por la diferencia de edades y tendrá que hacer nuevos amigos. ¿Estará preparado? Supongo que es muy difícil estar preparado para ello.

Adaptarse a las costumbres, las modas, léxico y ropa de jóvenes, implica un proyecto titánico que de ninguna manera se puede pensar alcanzable de inmediato, adaptar los oídos a la algarabía, al estrépito de las bocinas, a esos sonidos estridentes propios de la juventud actual ¿Será posible?

No existirá esposa ni hijos, y por supuesto tampoco nietos, porque aún no se ha casado. La casa que adquirió con tanta ilusión y esfuerzo tampoco la tendrá, menos automóvil, computadora, negocios ni demás posesiones, habrá que conseguirlas de nuevo poco a poco, tampoco poseerá sus libros, sus fotografías, sus cuadros sus recuerdos hoy tan amados, tardará años en volverlos a acumular.

Tendrá la salud, el vigor, el entusiasmo y la energía, pero no la cultura, el criterio ni la experiencia con que la vida le ha nutrido a través de los años y que a base de paciencia y esfuerzo ahora posee. Será como una especie de amnesia, dolorosa y lacerante porque se dará cuenta de ella y no podrá dar marcha atrás.

Retroceder cuarenta o cincuenta años se entiende que no se ha formado un patrimonio aún, comenzar de nuevo es el reto, no se puede tener todo, el tiempo que ha transcurrido ha sido una oportunidad y cada uno de nosotros la aprovecha de distinta manera, ahora es tiempo de ceder el espacio a nuestros hijos y nietos que con su esfuerzo continuarán la obra que nosotros iniciamos y que construyan su futuro.

Lo deseable es disfrutar lo mejor de cada época y gozar de cada edad a medida que se va recorriendo el camino de la vida, cortar los frutos de cada estación sin volver la vista al pasado ni empeñarse en retroceder, el tiempo no marcha atrás, corta solamente las frutas de tu estación, piensa que son más las cosas que tienes, que las que te hacen falta, el pasado es el pasado y ya nunca regresará.

Lo que muchas personas buscan no es solo ser más jóvenes, sino que regrese toda una época ya pasada, por alguna razón, tenemos los ojos enfrente porque es más importante ver hacia adelante que hacia atrás.

La vida es lo que viene, no lo que se fue, no debemos perder el tiempo añorando lo que ya pasó, debemos considerarlo como una página brillante y feliz que quedó archivada para siempre, conservemos con cariño esos recuerdos, nunca aferrarse a ellos, levantemos la vista, admiremos el mundo y disfrutemos el presente antes de que pase y lo perdamos para siempre.

El mayor tesoro que poseo es el tiempo actual, gracias.

Libertad, patrimonio humano

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Por: Julio Torres.

Difícil resulta comprender la causa por la cual pareciera que nacemos esclavos, por sistema nos causan daño las heridas recibidas cuando pequeños, es decir, los traumas de la infancia, de las decisiones que toman por nosotros nuestros mayores que provocan relaciones no satisfactorias, y al paso del tiempo nos conduce a realizar trabajos que no disfrutamos y la vida se vuelve rutinaria.

Todo indica que vamos cargando un costal de resentimientos, rencores y culpas que no sabemos de donde proceden y que no queda otro remedio que cargar ese tremendo costal herencia de nuestros padres o nuestros ancestros lejanos o cercanos.

Afortunadamente siempre es tiempo de liberarnos, cada día aparece una oportunidad de comenzar nuevamente, cada mañana al abrir los ojos, nacemos de nuevo, nuevas oportunidades se presentan para cambiar lo que no nos gusta y mejorar nuestra vida.

La felicidad no depende de nadie más que de nosotros mismos, el miedo al fracaso, al que dirán, a la crítica y demás eventos, es el miedo que debe guardarse en una bolsa o recipiente y entregarse a quien recoge la basura, deshacerse de él y romper las cadenas que nosotros mismos nos imponemos.

Lo único que debe atemorizarnos es el miedo a no ser nosotros mismos, dejar pasar la vida sin hacer lo que realmente queremos o debemos hacer, desaprovechar la oportunidad de mostrarnos al mundo, de decir lo que pensamos, de compartir lo que tenemos, de que somos parte de la vida y que podemos caminar con la frente en alto.

Muchas disciplinas de esto hablan, tal vez cualquiera de ellas resulte adecuada a nuestro caso, pero la libertad es algo intangible, la libertad solo se percibe de manera personal, no se puede comprar en el supermercado, al final, la libertad se adquiere o se rechaza y no existe manera de culpar a nadie de la adquisición o pérdida de esa libertad porque está dentro de nosotros mismos.

Hombres libres y de buenas costumbres se escucha en la divisa de la masonería, tal vez ese sea un camino más por el que se puede lograr esa libertad tan soñada y tan buscada por los seres humanos, que no comprenden el origen de ese costal de resentimientos rencores y demás conflictos heredados quizás inconscientemente por nuestros padres.

La vida no es lo que sucede cuando todos los planes se cumplen, ni lo que pasará cuando conseguimos lo que tanto se deseamos, la vida es lo que está pasando en este preciso instante, leer este párrafo significa que estamos vivos, en este instante el corazón está llevando sangre a todas las células de nuestro cuerpo y los pulmones llevan oxígeno a donde se necesita y aunque no sabemos en realidad como ocurre lo que si sabemos es que estamos vivos.

Es algo que nos permite, pensar, expresarnos, movernos, reír y hasta llorar si es preciso, pero el riesgo de las costumbres está latente, despertar aburrido, malhumorado, o preocupado limita tremendamente el placer de vivir, esta vida está llena de situaciones satisfactorias.

Abramos los ojos y agradezcamos todas las bendiciones que la vida misma nos ofrece, agradecer el canto de los pájaros, escuchar la música preferida, percibir que nuestro corazón vibra con una cadencia rítmica y exacta que permite gritar: Estoy vivo, sí, estoy vivo, hoy he vuelto a nacer, estoy viviendo.

Soy libre de pensar, de imaginar, de amar, de disfrutar, pero entiendo que la vida no es perfecta, no tiene porque ser perfecta, mi trabajo es hacerla perfecta, para eso me han sido entregadas las herramientas necesarias que me permiten enfrentarla, herramientas para manejar las derrotas y los éxitos, la libertad de elegir y reaccionar ante lo que sucede.

Entiendo que no soy perfecto, creo que nadie lo es, y sin embargo, millones de circunstancias se reunieron para lograr mi existencia, fui formado a partir de un diseño maravilloso y comparto con toda la humanidad sus virtudes y defectos, así está escrito en mis genes y en los genes de todos los seres humanos que han existido y en los que existirán.

Mis pasiones, miedos, heridas, debilidades y secretos los comparto con todos, claro que yo no soy nadie superior a cualquiera, solo soy otro ser humano más entre miles de millones, pero uno que ha decidido ser libre para recuperar todo el poder de mi vida, con la esperanza de que tú también decidas ser libre, aunque solo sea por hoy.

Espero y es mi deseo que hoy sea usted feliz, mañana será otro día y será mejor que hoy.

 

Ecología, algo nuevo

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Por: Julio Torres.

En aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.

Una de las veces que me vi obligado a hacer “cola” en el supermercado, el cajero dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de la compra porque las bolsas de plástico son dañinas para el medio ambiente.

La señora pide disculpas y explica: Es que en mis tiempos no pensábamos en la ecología.

El empleado contesta: Ese es el problema que tenemos ahora. La generación de ustedes no se preocupó de preservar el medio ambiente.

La señora contesta: Tiene razón, en aquellos tiempos no pensábamos en la ecología. En aquel entonces las botellas de leche, de refresco y de cerveza se devolvían a la tienda y la tienda las enviaba a la fábrica, donde las lavaban y esterilizaban antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían utilizar los mismos envases una y otra vez, así los reciclaban de verdad, pero, es verdad, en aquellos tiempos no pensábamos en ecología.

Subíamos y bajábamos escaleras, porque no había artefactos mecánicos en todos los comercios y oficinas, íbamos andando a la tienda en lugar de usar el coche de 200 caballos cada vez que teníamos que recorrer dos manzanas, pero usted tiene razón, en aquellos tiempos no pensábamos en ecología.

Entonces lavábamos y reutilizábamos los pañales de los bebes, porque no los había de un solo uso, secábamos la ropa en tendederos, no en máquinas que consumen mucha energía eléctrica para secar la ropa, la energía solar y eólica la secaba estupendamente, los niños usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos, pero tiene usted razón, no pensábamos en ecología.

En aquel entonces teníamos un televisor o un aparato de radio en cada casa, no un televisor en cada habitación y un equipo de música de extremada potencia y el televisor era de pantalla muy pequeña, ni pensar que existirían pantallas de tamaño superior a las 50 pulgadas.

En la cocina molíamos, batíamos y desmenuzábamos a mano porque no había aparatos eléctricos que lo hicieran todo por nosotros y cuando enviábamos algo frágil por correo, usábamos papel de periódico de fechas anteriores y arrugadas para protegerlo, no contábamos con envoltorios de burbujas o bolitas de plástico.

En aquellos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina solo para cortar la hierba, usábamos unas tijeras cortadoras que funcionaban a músculo, hacíamos ejercicio trabajando y no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad, pero usted tiene razón: en aquellos tiempos no pensábamos en ecología.

Cuando teníamos sed bebíamos en una fuente, en lugar de usar vasos y botellas de plástico cada vez que queríamos beber agua y recargábamos las plumas de escritura con tinta, en lugar de tirarlas y comprar otras nuevas y cambiábamos la hoja de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquinita solo porque la hoja ya no corta, así que entonces no pensábamos en la ecología.

En aquellos tiempos la gente usaba el tranvía o el autobús y los niños iban a la escuela en bicicleta o andando, en lugar de usar a su madre como un servicio de taxi disponible las 24 horas.

En cada habitación teníamos un enchufe, no una batería de enchufes para alimentar una docena de artefactos y no necesitábamos ningún aparato electrónico que enviara señales de satélite a kilómetros de distancia para encontrar la pizzería más cercana, así que es lamentable que la generación actual critique lo tontos que éramos los viejos por no pensar en la ecología en nuestros tiempos.

Todo lo anterior lo dirijo a todos aquellos “listos” que intentan darnos una lección sobre ecología, espero haber actuado durante mi vida de manera correcta sin aprender de ecología.

Tal vez la materia ecología sea hija legítima de este siglo, porque la materia reciclado me temo que de momento es una fantasía que las generaciones por venir criticarán como ahora lo hacen con mi generación.