Por: Julio Torres.
Por curiosidad me propuse cuantificar los accidentes viales de los últimos meses día a día que se difunden por los medios de comunicación y el resultado es alarmante pero, de acuerdo a lo anunciado, el común denominador es el exceso de velocidad y curiosamente protagonistas principales son vehículos de carga o de pasajeros o servicios múltiples.
Quiero pensar que la mayor parte de estor vehículos cuenta con un seguro de daños, lo que permite que la pérdida sea menor, nunca se recupera la totalidad de lo dañado, pero si carecen de ese recurso, todo se va a complicar de manera catastrófica.
Tal vez el mejor comentario que se debe hacer en este momento es la manera como los manejadores de vehículos comerciales obtienen el permiso correspondiente, la forma como se otorga dicho permiso muestra que no cumple con los requisitos fundamentales, eso requiere hacer énfasis en el respeto al reglamento, manteniendo las velocidades indicadas en cada vía.
Todas las carreteras y todas las vías urbanas, señalan de manera visible las velocidades permitidas, el constructor de la vía conoce exactamente las velocidades máximas a las que se puede circular, esos señalamientos se calculan con precisión, lo que se requiere es que sean respetados simplemente.
Los reglamentos de tránsito en todas partes también indican las velocidades permitidas en cada vía, además de que establecen el carril que debe ocupar cada tipo de vehículo y entonces, de acuerdo a estos datos solo resta el respeto real a lo escrito, el respeto real a las leyes, el respeto real a lo establecido en la sociedad de cada pueblo, de cada estado confederado y por ende, de cada país.
Lo anterior nos conduce a un punto muy importante, parece que no ha resultado efectivo el hecho de que las autoridades encargadas de la prevención omitan la aplicación de la ley como fue diseñada o simplemente la utilicen para obtener ingresos libres de impuesto y entonces, resulta fácil eludir el respeto a la ley con los resultados apuntados.
Que sencillo sería que los encargados de vigilar que los reglamentos se cumplan puntualmente, simplemente hicieran su trabajo y justificar su existencia dentro de la sociedad, cuantas vidas se salvarían y cuantas perdidas materiales se evitarían, recordemos que todos perdemos algo con cada accidente, pérdida de tiempo en la vialidad y todo lo que de ello se deriva.
Quienes tienen la cultura del seguro pueden dormir parcialmente tranquilos pues en siniestros viales su pérdida siempre será menor, no así quien elude la cultura del seguro donde cualquier accidente causará que lo pierda todo o casi todo.
La cultura del seguro permite evitar el uso de arreglos poco ortodoxos con las autoridades encargadas de impartir justicia en asuntos de accidentes viales, tal vez algún día se consiga que la cultura del seguro se generalice y que quienes manejen el aspecto legal no cuenten con recursos “legales” que desvirtúen resultados.
Sin embargo, hoy y siempre manifestaré que los accidentes viales se producen cuando no se respeta el reglamento respectivo por uno, dos o más involucrados, el mejor mensaje será entonces que cada actor social, cumpla con lo que cada uno debe hacer, respetar el derecho ajeno.